para imitar

FUTBOL DE ASCENSO: LA PRETEMPORADA "GASOLERA" DE TRES EQUIPOS DE PRIMERA D, LA QUINTA CATEGORIA DEL FUTBOL DE AFA

Todo a pulmón, por amor a la pelota y a los colores

Dónde se está entrenando el plantel?, pregunta intrigada la fotógrafa. Uno, dos, tres y cuatro. Sobran los dedos de una mano para contarlos. Son, literalmente cuatro gatos locos los jugadores de Centro Español que corren en el predio Gorki Grana de Morón. Mariano Ricau, Silvio Jiménez, Damián Barbachan y Marcos Díaz. Ni más, ni menos. Sólo cuatro. La realidad de estos futbolistas es la de muchos de los que juegan en la excluida quinta y última categoría del fútbol argentino. Ellos no pudieron formar parte de la pretemporada de la que participó la mayoría de sus compañeros en Tapalqué, unos 300 km al Sur de la provincia de Buenos Aires, debido a sus compromisos laborales impostergables. Silvio Jiménez, 26 años, se levanta minutos antes de las 3 de la madrugada, y a las 4 comienza su trabajo como repartidor de pollos. "Primero está el trabajo de cada uno y después viene el fútbol. Yo amo a la pelota pero esa elección es por necesidad, a mi familia le doy de comer repartiendo pollos", explicó Silvio, que es la voz de una raza de jugadores locos, apasionados por correr detrás de una pelota, sin ningún rédito económico. Ocho conos y diez pelotas son los únicos elementos que aparecen en la escena del Gorki Grana. Un establecimiento en donde ahora se practica deporte, pero que entre 1977 y 1978 no era más que uno de los cientos de centros clandestinos de detención y en el que también se realizaron prácticas, pero por aquella época destinadas a las torturas de la nefasta última dictadura militar. No tienen a disposición la caja de arena que sí posee la exhuberante estancia Fuente de Alegría que alberga a Boca en Tandil, en la que los jugadores del último campeón de Primera realizan los trabajos de fuerza. Aunque en el Gorki, ese montículo del mismo material destinado a una futura construcción en el predio, suple aquella sofisticada estructura. "En la pretemporada de los chicos que pudieron ir a Tapalqué gastamos menos de 3 mil pesos. Un papá de un chico que juega al baby fútbol puso la combi y los llevó y los trajo, y sólo cobró el gasoil. En Tapalqué conseguimos un recreo en el camping municipal que nos salió gratis. Llevamos un cocinero que es amigo del DT, y el gasto de la comida fue menor a 2 mil pesos", mencionó Patricia Francois, la presidente de la institución de Haedo ¿una mujer presidente?, sí, la única en nuestro fútbol doméstico. Central Ballester, entidad fundada en 1974 y con su origen en José León Suárez, no pudo financiar la pretemporada en otro lugar que no fuese el Parque General San Martín, ubicado en el partido homónimo, en donde el club se entrena a lo largo del año con la paga de un alquiler mensual. "Estamos edificando la cancha y todo lo que recaudamos va destinado a eso. Preferimos achicar los gastos, aunque quizá perjudique en lo deportivo", explicó su presidente, Fernando González. Por la misma sintonía camina Deportivo Paraguayo, un club que sólo tiene al fútbol como actividad deportiva, pero que se caracteriza por su labor social y cultural, con talleres de arte, danza, bordado, guitarra y del idioma guaraní. "Los chicos se entrenan en el predio de camioneros, de lunes a sábado. De la pretemporada sólo pagamos el alquiler de las canchas de fútbol en el establecimiento. Al lugar los jugadores se acercan y se van por su parte", comentó el ex presidente y actual Secretario General, Fernando Denis Vera. Sin embargo, los juveniles del club sí fueron a realizar la pretemporada a Las Toninas, pero lo llamativo es que debieron autofinanciarse. Centro Español, Central Ballester y Paraguayo representan sólo tres ejemplos de los miles de clubes que sueñan en Argentina con salir adelante con poco apoyo. Todo lo que realizan es con la fuerza de hacer todo a pulmón.